
Desde muy temprana edad nos enseñan a analizar los problemas, a fragmentar el mundo. Al parecer esto facilita las tareas complejas, pero sin saberlo pagamos un precio enorme. Ya no vemos las consecuencias de nuestros actos; perdemos nuestra sensación intrínseca de conexión con una totalidad más vasta. Cuando tratamos de ver la “imagen general” tratamos de ensamblar nuevamente los fragmentos, enumerar y organizar todas las piezas.
Se dice que una idea se ha inventado cuando se prueba en el laboratorio, que la idea es innovadora cuando puede reproducirse en escala y a costos accesibles, si es de tamaña importancia como para crear una nueva industria o cambiar la existente se habla de innovación básica.
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